TEXTO COMPLETO CLIC AQUÍ "EN CARNE PROPIA"
Faltan 15 minutos para las cinco de la mañana, hace mucho frio, y casi no siento los dedos de mis pies, discúlpenme por la palabra pero ¡Maldita sea hasta los huesos me duelen¡ Quienes se preguntan el motivo de mi estado deberán saber que en este momento me encuentro frente a la plaza “La Merced”, ubicado en el populoso sector de Totoracocha, en las calles Sarahurco y Buerán. Irónicamente vivo exactamente a media cuadra de este lugar, y si me atreví a salir a esta hora a coger frío no es porque estoy loca, créanme que lo hago porque quiero sentir en carne propia lo que todos los viernes sienten aquellas personas que por “a o b” razón fielmente arman sus carpas de legumbres, verduras, frutas, cárnicos, abarrotes, hasta sopa en este lugar, los mismos que hoy en cuestión de minutos estarán listos y expuestos a la venta.
Son las siete de la mañana, y las carpas municipales que fueron puestas el día anterior en la plaza van cogiendo forma.
Por un lado se van acomodando las legumbreras, las de las frutas y verduras pues son las que primero llegan y llenan toda la parte céntrica de la plaza la Merced, en medio del olor al culantro, la cebolla, ahí mismo el melón, el mango y la mora y un sin fin de inescrutables olores entre agradables y molestosos, no pueden faltar los gritos ensordecedores de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo y ya no se ni de donde mismo vienen pero que si no es de la apurada que reclama a todo el mundo, es de la niña llorando o el esposo enojado pidiendo ayuda, por ahí se escucha el típico ¡oye guambra ayuda ve acomoda la papa¡.
Sin lugar a duda a esta hora en el que las “caseritas” acomodan sus cosas para la venta y los “pilas” que madrugan a comprar lo mejor, este lugar se torna paradójicamente un campo de batalla.
Ya son las ocho y media de la mañana y el día va cogiendo color, olor y hasta melodía no puede faltar el parlante de toda fiesta ya se escucha el son de todo hombre, que si no es el sanjuanito o paso doble de antaño es el pasillito antigüito y como en el mercado hay de todo también se escucha la balada y el reggaetón moderno, al son de la cumbia villera “que calor ooeeo que calor que tengo yo” y el balbuceo indescifrable de la gente “venga todo fresquito, lleve niña, ya vuelvo darás echando un ojito, ayuda a cuidar, coja que le peso, venga le damos la yapa” continúo y camino al sector de la carne el pollo y los mariscos, mientras seguía no podía faltar el marketing o mercadeo popular, ¡Venga caserita que le ofrecemos¡ ¡”sheve” la papa “sheve” el tomate venga, venga qué le damos¡.
Lo bonito y curioso de todo es que esta gente realmente se lleva bien, el sentido de la solidaridad es muchas veces envidiable, que si no tengo esto yo te presto, que si te hace falta el vuelto toma luego me das. Etc. ¿cosa de aprender verdad?
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