
DÍA DE SORPRESAS


Aún no amanecía y me encontraba descansando, cuando de pronto sonó el timbre de mi departamento, y como de costumbre me desperté y miré directamente al reloj, eran las 4:30 de la mañana. Inmediatamente me levanté y un poco impresionada me pregunté:
-Haver Gissela ¿quién puede ser?
Medio dormida fui y levanté el intercomunicador y dije:
-¡Sí¡ ¿quién?
-Ábreme la puerta mija soy tu mami, me contestó.
-¿mi mami? ¿Cómo así? Me pregunté.
Como siempre, un poco despistada, no sé si fue la hora o en realidad no me esperaba la llegada de mi mamá, tardé en reaccionar. -hay, apura abriendo la puerta me dije.
Mientras bajaba, pues vivo en el tercer piso, se me prendió el foco y recordé que precisamente ese día mi hermano cumplía 18 años. Abrí la puerta, bueno le saludé a mi mami, le abracé, le di un beso e inmediatamente le pregunté:
-¿Y ese milagro mami?, a lo que respondió:
-Vine a darle una sorpresa a tu ñaño y a pasar este día de su cumple con él.
Bueno, mi ñaño bien dormido, ni cuenta de la llegada de mi mami; como aún era temprano, supuestamente quedamos con mi mami en ir a dormir, ¡total¡ conversa y conversa.. Cuando de pronto escuchamos el despertador de mi hermano,
-huy mami, éste no se levanta ni con un terremoto peor con ese disimulo de alarma, yo no sé ni para qué lo pone.
- hay que mala eres nena, no le sabrás hacer levantar a tu hermano para que se vaya a la universidad.
-no se preocupe mami le respondí, ya mismo suena el despertador del celular de él, ese es más fuerte y si le hace levantar.
En cuestión de minutos, eran las 6:00 de la mañana, pues Jhersson mi hermano, entra a las 7:00 a la U. y se levanta a arreglarse a esa hora.
Al ratito, escuchamos que se levantó y fue directamente al baño, bueno, mientras él estaba dentro mi mami silenciosamente se levantó y fue a pararse fuera del baño, yo un poquito más ruidosa casi hasta daño la sorpresa me puse tras de ella y juntas al salir mi ñaño del baño dijimos:
- ¡sorpresa, feliz cumpleaños¡ mi hermano muerto de la impresión dijo ¡mami¡ con una voz temblorosa que delataba sus ganas de llorar.
Un tanto emocionada y casi sin palabras se me ocurrió decir:
¡Ñaño bienvenido al grupo de los mayores de edad¡
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