Don Mario con un tanto de tristeza nos comenta que hace aproximadamente unos 20 años atrás aún existían los tayos, aves nocturnas que poco a poco han ido desapareciendo a lo que atribuye que los shuar sin compasión ni prevención los han consumido, sin pensar en su preservación.
Los polluelos de estas aves proporcionan a los shuar de aceite y las aves adultas de carne, razón por las cual se han convertido en una de las especies más cotizadas por esta raza.
Los tayos aún siguen siendo atrapados en grandes cantidades por los shuar asegura Don Mario y afirma que en otras partes de la cueva localizada en Tiwintza, aún existen tayos puesto que estos sistemas de cavernas constituyen su hábitat. Estas aves están siendo exterminadas sin ningún control ni precaución de prevalecer con su especie.
Tal vez ya no existan tayos en la cueva pero si miles de hermosas estalactitas, roca que se forma como resultado de los depósitos minerales continuos transportados por el agua que se filtra en la cueva, en especial los de bicarbonato cálcico que precipitan en carbonato cálcico y se deposita formando la estalactita.
Toda estalactita comienza a crearse con una simple gota de agua mineralizada. Cuando la gota cae, deja detrás de ella un fino reguero de calcita. Cada gota sucesiva que se forma y cae deposita otra pequeña capa de calcita. Finalmente, estas capas forman un estrecho tubo (0,5 mm). Estos pequeños tubos pueden crecer bastante pero son muy frágiles. Si un gran número de gotas se depositan sobre este tubo se produce la estalactita, con la familiar forma
La misma gota de agua que cae de la punta de una estalactita deposita más calcita en el suelo, resultando finalmente una estalagmita redondeada o cónica. A diferencia de las estalactitas, las estalagmitas son macizas y no interviene un canal central en su formación. Si pasa el tiempo suficiente, al unirse estalactita y estalagmita, se convierten en una columna secundaria de acreción o pilar. (Fuente de la definición: Wikipedia)
Estas rocas más que un simple objeto sólido dan vida a la cueva.
Observar la generación de vida en lo inerte provoca emoción, irónico pensar que lo que la naturaleza en años construye el hombre en cuestión de segundos lo destruye.
Don Mario con un tanto de indignación y enojo comenta que muchas personas que visitan las cuevas rompen éstas rocas, lo que muchos extranjeros en otros lugares del mundo señala con impresión “Dios guarde nada permita que se destruya”.
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